Cuidando la vida y el planeta

Cómo seguir en pie, aunque la vida duela

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Cómo seguir en pie, aunque la vida duela
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Hemos todos vivido no hace mucho una pandemia. Cada uno la vivió a su manera. Unos se encerraron para llorar, y otros para disfrutar. Una misma situación se vivió de modo muy distinto por unos y otros. La verdad es que la vida funciona siempre así. Ante determinadas situaciones algunos sufrimos mucho, mientras que otros no. Y la clave como siempre no es tanto lo que nos pasa, aunque a veces sí, sino cómo vivimos lo que nos está sucediendo. Para ser clara, todos tenemos los recursos para reponernos de la adversidad, pero no todos los hemos descubierto. La clave no está en que yo pueda experimentar algo, la clave está en que yo pueda de verdad rescatar dentro de mi qué de lo que siento me indica que debo parar un poco o continuar. Escuchar lo que sentimos es realmente lo más importante. Si no escuchamos nuestro interior estaremos a la deriva, dando bandazos, cambiando de opinión constantemente, temiendo los cambios, resistiéndonos a abrir el corazón, todo ello porque tememos perder nuestra zona de confort.

No es dejando de hacer lo que debemos cómo las dificultades pasarán, eso solo la aumentarán. Seguir trabajando y permitir que el talento se desarrolle frente a la adversidad son claves para enfrentar la dificultad.

Si quieres que te diga que hago yo frente a la adversidad te sorprenderías, porque son los momentos en que más trabajo, en que más me esfuerzo, en los que saco recursos y habilidades creativas que desconocía. Se decía por allí: “ante la adversidad surge el talento”. No sé si es así para todo el mundo, pero a mí me ha pasado que cuando peor está todo, más soluciones se me ocurren para salir de la situación. Claro que no es algo que se ha cultivado de la noche a la mañana. Me vi siempre un poco sola a la hora de enfrentar dificultades y sabía que o me sacaba las castañas del fuego yo misma o nadie vendría a sacármelas. Y entonces tuve que tomar una decisión y el resultado es querer seguir hacia delante, con la mirada puesta en un solo foco y es en el de resolver lo que pasaba de la mejor manera posible. En medio de un ataque masivo hacia mi persona en el año 2017 conseguí salir de una situación muy complicada, con denuncias falsas y con el corazón roto, con solo no parar de trabajar. Esa fue mi clave. Seguí y seguí sin mirar otra cosa que lo que venía después.

La dificultad no se enfrenta sola, siempre llegan ayudas, solo hay que saber aprovecharlas.

No es fácil para nadie enfrentar la adversidad. A veces se ha contado con toda la ayuda y a pesar de ello no se ha sabido aprovechar. O simplemente han tirado la toalla porque se han visto impotentes para poder resolver la situación con éxito. Esto es lo que les sucede a las personas que no han sabido experimentar la soledad de que nadie les va a apoyar si no lo hacen ellos por sí mismos. Creen que algo mágico sucederá y que alguien vendrá a rescatarlos. Claro que las ayudas y apoyos siempre están, pero hay que saber tomarlos y aprovecharlos al máximo. Yo en el 2017 me apoyé en un psicólogo y psiquiatra que eran de las mejores personas que había conocido. Luego, el primero me habló de un abogado, amigo de su familia, que resultó ser tan buena persona como ellos y que se comprometió en mi caso como si fuese una hija. Y así, las ayudas, las pistas, las ideas, las intuiciones, las coincidencias o casualidades, se fueron sucediendo una tras otra, y mientras, yo no paraba de seguir adelante. Claro que lloré a solas y con estas personas a mi lado, pero claro que continue avanzando.

Es el amor interior el que nos sostiene en las situaciones de dificultad. Seguir haciendo las cosas simples del día a día, como asearnos, cocinar, limpiar, trabajar, son un gran mérito que si se sostiene podrás avanzar seguro.

Si quieres que te diga porque no caí, te lo diré, porque mi amor a la vida es mayor. Eso es todo. Porque supe que mi amor me empujaría hacia adelante. Y así ha sucedido siempre, aunque a veces he pasado períodos en que levantarme para iniciar un día era algo desmotivante porque me faltaba ilusión, porque pensaba que no había remedio, porque creía que ese período fatal iba a ser permanente, y aunque duró bastantes años, te digo que lo único que hice fue seguir mirando hacia delante. No miraba nunca hacia atrás, porque no había nada en mi pasado especialmente atractivo que me sedujera, y mi presente no era muy inspirador, así que simplemente me encerré en el deseo de estar atenta a la vida y mirar el porvenir como una meta a donde no entendía si llegaría pero que me empujaba a seguir cada día cumpliendo con lo que la vida exigía, esas cosas del día a día como trabajar, ducharse, hacerte la comida, etc. Son cosas tan sencillas y a la vez tan difíciles de hacer cuando el ánimo está bajo, que diría que quien las hace siempre con disciplina es porque está altamente motivado o porque tiene una fuerza inmensa que le hace no rendirse y hacer nada.

Los días malos todos los tenemos y hay que saber llevarlos. Los obstáculos emergen, pero adaptarnos a los cambios es un valor importante, porque cualquier exceso de rigidez frente a ellos nos podría romper.

Claro que tengo días de desaliento, que me tumbo en la cama y no tengo ganas de hacer nada. Y no me exijo hacerlo, no tiro de mi hasta extenuarme. Me dejo en paz, me arrodillo ante la verdad de que algo no va bien y me doy unas horas de descanso, para a continuación volverme a levantar y seguir. No ha sido fácil empezar el proyecto SoySoy que emergió en mi corazón poco antes del confinamiento por el covid y que tuvo que sufrir vaivenes increíbles hasta que las autoridades que ralentizaban todo por la pandemia, nos concedieran la autorización. Y los trámites estuvieron también llenos de obstáculos. Y me pregunto por qué a veces todo se complica tanto y la verdad es que me digo que es para coger ánimo, porque si no, no podría salir de los atolladeros en los que a veces me encuentro. Ahora con poco dinero y sin sueldo desde que inicié este sueño, sigo mirando hacia adelante. Y escribo, y trabajo. Y digo, ya me adaptaré. Y sé que quizás me quede sin nuestra sede social porque la propietaria la quiere vender, y me digo, mira hacia adelante, haremos como el junco que se mueve en distintas direcciones sin romperse, porque ante todo la flexibilidad me invita a adaptarme. Toda rigidez me haría romperme, pero saber que puedo aceptar los cambios y adaptarme a ellos me ayuda.

No paro de luchar hacia delante, aunque sé que hay días en que uno necesita unas cuantas horas de descanso para poder continuar, y así es cómo sigo sin derrumbarme.

Lo peor que nos puede suceder cuando la vida golpea es rendirnos. Esa es la verdad. Podemos darnos un espacio de recuperación, de silencio, pero no podemos renunciar a seguir adelante. Y seguir adelante no es algo que se decida con solo quererlo, es algo intenso que proviene de nuestro interior, que te empuja a continuar más allá de toda lógica. La razón diría: “Lo has visto. No se puede. Ríndete”. Y el corazón me dice: “Espera. Sigue. Quizás suceda algo bueno si sigues perseverando”. Y escribo esto en un momento en donde sigo en un agujero, porque mi sueño más grande está en riesgo de desmoronarse, porque la persona que más amo está atrapada en una relación y no sé si podré volverla a ver, porque quizás tenga que abandonarlo todo para buscar un trabajo que me dé para comer, y en esa tesitura, te digo, que opto por seguir adelante. Y no sé si realmente todo se derrumbará a no, pero si sucede, una cosa sabré y es que seguí mirando hacia delante. Y el dolor quizás pueda ser agudo, pero sé que me adaptaré tarde o temprano a la misma situación y quizás siga diciendo mi verdad a los cuatro vientos para decirte que a pesar de todo, la vida sigue.

A veces seguir con confianza no es fácil. Es importante poner el foco en las pequeñas cosas cotidianas muy positivas que suceden. Siempre las hay, solo hay que reparar en ellas.

¿Qué difícil es confiar en la vida profundamente?. Yo que confío mucho aún pienso que la posibilidad de que todo este sueño se derrumbe es una opción real. Sin embargo, un algo dentro de mí me hace vivir cada día con bastante serenidad y trabajar sin pensar en nada más que en lo que estoy haciendo en cada momento, sin preguntarme si funcionará de verdad, solo apostando por cada paso que doy. Y claro que me han llegado muchas ayudas. Como siempre. Y eso hace que confíe más, porque si no quizás hace semanas que habría dado carpetazo a SoySol, pero veo que las cosas se mueven, que la propietaria del local me da cuartelillo y me deja estar un poco más sin presiones, que Lidia se compromete a ayudarnos en labores importantes para nosotros, que Vorwerk nos dice como empresa que le interesan nuestros talleres y que quieren darlos a sus empleados. En fin, un montón de pequeños gestos que me hacen ver, que si esto continúa avanzando a pesar de la adversidad es que el proyecto podrá sobrevivir a un presupuesto exiguo que pensé sería suficiente, pero que observo era insuficiente para el tamaño de la tarea y el período de maduración que tiene una ONG en empezar a ser económicamente equilibrada y sostenible.

La vida siempre nos hace regalos y hay que saber aprovecharlos. Los momentos difíciles pasan, solo hay que adaptarse y colaborar con lo inevitable, poniendo buena cara al viento que sopla, aunque a veces tenga la apariencia de ser demasiado frío.

En fin, sé que como a mí, a ti te han pasado o te pasan cosas terribles. Pues déjame decirte una cosa. No debes de renunciar nunca. Sigue adelante. No huyas del porvenir. No sabemos cuánto tiempo pasará hasta que las cosas giren o den la vuelta, pero lo harán, de eso no cabe duda. Si perseveras podrás conseguirlo sin duda, incluso aunque te empecines en pensar que quizás no, verás que saldrás del atolladero y que la vida te volverá a sonreír. ¡Cuántas veces le he dicho a mi hermana menor que todo se solucionaría cuando estaba fatal!, y ahora cuando se lo digo, le recuerdo las veces que ha estado realmente mal y al final todo se ha solucionado. Y le vuelve a parecer cada vez, que el desastre se apoderará de su vida, y sin embargo todo vuelve a reconducirse siempre. Claro que a veces hay cambios, pero uno se adapta a ellos. Se pensaba que no tendría un segundo hijo, pues lo tuvo. Y si no lo hubiese tenido, habría superado ese deseo y habría centrado su atención en su primera hija, y si no la tendría, en un sobrino, y si no lo tendría, podría ser el hijo de una amiga o un niño a los que ayudan la ONG Save the Children. En fin, siempre hay posibilidades para renacer, y solo hay que adaptarse y amar, seguir adelante y no renunciar a lo mejor, que es a ser feliz a pesar de lo mucho que la vida te haya golpeado.

Nunca se sabe si hay un final en realidad, lo importante es que sepas aprovechar las circunstancias para aprender con ellas a amar así. Si lo consigues, la vida tendrá para ti un sentido precioso, en donde no te agarrarás a nadie en particular y podrás amar a cualquiera.

Nada de lo que pienses ahora es el final. El final no sabemos cuándo llegará. Es verdad que un día nuestro cuerpo físico morirá, pero hasta en esa situación de enfermedad, o de dificultad, puedes encontrar en ti el último aliento que te dirá que la vida vale la pena con todas sus adversidades. Si no te lo crees es que no has sabido mirar dentro de ti una verdad profunda, y es el Amor que quizás aún no has encontrado en tu interior, porque has pensado que tenía que venir de fuera, y no de dentro. Esa es la falsa ilusión en la que viven la mayoría de las personas, que el amor nos lo da alguien. No es verdad. Si alguien te lo da puedes sentirlo solo si está también en ti. Si tú estás en una frecuencia fuera del amor, por mucho que te den, ni te llegará en su totalidad, ni lo apreciarás. Sin embargo, si estás vibrando en amor, te bastará cualquier persona para ser feliz. ¡Cuántas veces he sido feliz amando a un dependiente, a una persona con la que espontáneamente hablo sin conocerla!. No tienes que amar siempre a las mismas personas, pueden ser todas, solo hay que abrir el corazón y ya está.

Es curioso que los malos momentos creemos a menudo que no pasarán. Sin embargo, nos cuesta menos pensar que lo bueno pasará, cuando la realidad es que ambos son impermanentes.

En fin, ya te digo que la vida es peculiar, porque nadie se imagina que lo que sucede ahora va a pasar. Da igual si es bueno o malo para ti, pasará igualmente. Muchos temen cuando están en una situación idílica, perderla. Eso sí. Qué curioso. Ese de que lo bueno va a pasar sí nos lo creemos, pero que lo malo va a pasar nos cuesta mucho más. No obstante, todo es impermanente, y esos vaivenes son naturales y necesarios. Imposible crecer, aprender, madurar, y mejorar nuestra capacidad de amar sin ellos. Eso sí, todo depende de lo que decidas hacer. Si quieres olvidarte de los buenos momentos está bien, pero no cultives el pensamiento de los malos. Conserva siempre la esperanza, porque los malos momentos se pasan. Y los buenos dejan buen sabor. No luches contra los cambios, aprecia los aprendizajes que te traen, y abre tu mirada a la vida sin sonrojarte.

Disfrutar de la vida amando y haciendo felices a los demás encierra la verdadera clave de la felicidad, pero si esperas algo de tu buena obra podrás errar fatalmente y perder la dicha que ese acto podría aportarte si lo hicieses desinteresadamente.

No es posible vivir la vida si no te das cuenta de lo mucho que se goza amando. Yo te diría que mi gran secreto es ese, amar mucho y hacer feliz a alguien próximo siempre que surge esa posibilidad. Y solo con hacerlo, antes de que nadie te diga ni una palabra, ya se siente uno satisfecho. Si lo haces esperando un resultado, pues seguramente de nada servirá, porque éste puede ser más pequeño del que esperabas y automáticamente te sentirás decepcionado, triste, o enfadado. Como quiera que sea, has de hacer el bien a los demás solo para disfrutarlo dentro de ti. Eso es lo que a menudo hago, disfrutar en mis adentros la buena obra, y luego me voy sin más, a veces sin saber si a la otra persona eso realmente le sirvió, o lo agradeció, o le fue indiferente. Recuerdo una vez que ayudé a una persona a recuperar una maleta, sin que ella supiese que yo se la había recuperado. Me sentí muy bien sin saber jamás quién era el propietario de esa maleta. Y también he recibido gestos así. Una vez olvidó mi chico mi maletín con una chequera, las llaves, el pasaporte, las claves de cuentas bancarias, en fin, con todo, y alguien lo encontró, lo llevo al departamento de objetos perdidos y recuperé todo, incluido el dinero. Eso es lo que pasa cuando actúas bien, que la suerte te regresa. Me pregunto, ¿cómo se habrá sentido quien me ayudó que para hacerlo perdió media hora de su tiempo en devolver mi maletín?. Te digo una cosa, se ganó una buena acción para él, porque a toda acción hay una reacción de la misma calidad.

No dudes que todos los momentos pasarán del todo, solo sigue confiadamente hacia adelante y valora las cosas positivas sin aferrarte a ellas.

Con todo lo anterior quiero decirte que no dejes de luchar por vivir, por sobreponerte a la adversidad. Decía Séneca que: “Una persona inteligente se repone pronto de un fracaso. Un mediocre jamás se recupera de un éxito”. Pues sí, hay que recuperarse también de los éxitos, no solo de los fracasos. Es importante saber mantener un estado de ecuanimidad, en donde nada hace que salgamos de la realidad de que simplemente ese momento pasará. Podemos hablar mucho de todo esto pero la invitación es a que continues siempre adelante, que confíes que la adversidad es una oportunidad para desarrollar en ti las cualidades aun no has explotado en toda su potencialidad, que te abras a los cambios y que los aceptes todos sin pretender cambiarlos si son ya inmutables, no te resistas a ellos, que abras tu corazón a la vida y que estés atento a las ayudas que te llegan para beneficiarte de ellas, que comprendas que la vida se vive solo una vez en esta vida (si es que hay otras), y para eso hay que sacarle su máximo potencial.

Ten paciencia, que la vida es siempre un regalo. No te obsesiones con el fracaso, la vida da siempre nuevas oportunidades.

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