Si quieres que un día la vida te regale amor, entrégalo primero. Si quieres ser feliz y sin embargo piensas que solo unos tienen derecho a tener esa oportunidad, significa que aún no sabes amar profundamente. He lamentado hondamente la ley que se cocina en el Reino Unido, que confío sea tumbada en el Tribunal Supremo, en donde se dice que se puede abortar los niños con síndrome de down hasta el nacimiento. Qué dolor tan hondo he experimentado, no solo por mí, que tengo una preciosa sobrina de 4 años con síndrome de down, sino que mi dolor tiene un significado más profundo que empapa la vida de los no nacidos. Es ver cómo la vida es cercenada para unos y para otros enaltecida. Así es, mientras algunos buscan la inmortalidad a través de las nuevas tecnologías (transhumanismo), a la vez observamos muchos casos en los que la vida, de un modo u otro es limitada para otros.
La Vida todos sabemos que es un regalo. No obstante, no solemos agradecer tenerla, pensamos que es natural despertar cada mañana cuando muchos mueren antes del amanecer de cada día de miles de maneras. Un terremoto, un incendio, una enfermedad grave, un asesinato, un suicidio. Son numerosas las maneras de perder la vida, esa es la realidad, y te podría dar millones de ejemplos, pero no tiene sentido. Morir en realidad es muy fácil, tan fácil que muchos encuentran allí la única salida al dolor. Sin embargo, agradecemos poco estar vivos, no vemos que el misterio de la Vida transciende con la muerte, y que sin la segunda la primera no tendría sentido. A pesar de ello nadie cuidamos de nuestra vida como deberíamos, porque somos inconscientes de las muchas maneras en cómo la mermamos, y no me refiero solo a la salud del cuerpo, que también, sino a darle vida real a nuestros años en la tierra de modo que al partir hayamos llenado, aunque sea solo con un acto, nuestro granero del amor en mayúsculas.
Se dice últimamente que los que se suicidan deseaban dañar a los más queridos, y no me extraña. Cada día se ama peor, y quien no se siente amado en mayúsculas, ya comienza a querer castigar. Parece enfado, agresividad, así lo dirían muchos expertos. La rabia y la frustración, según ellos, están detrás de muchos suicidios, y es una de las principales motivaciones para ejecutarlo por parte de muchos jóvenes y no tan jóvenes. Sin embargo, si escarbamos, debajo de ese enfado y deseo de castigar a los allegados, no hay más que una soledad profunda de sentir que nadie podrá jamás amarlos, la soledad de que el amor se escapa cada día sin poder hacer nada, y un dolor indómito se apodera de ellos. Debajo de ese enfado, hay, os aseguro, un dolor infratierra, al que me asomaré un poco en este artículo.
No queremos morir cuando estamos disfrutando de algo placentero. Eso nos llena de satisfacción, pero en cuanto las tornas cambian, queremos escapar del dolor. Ya sabemos que sufrir no es fácil, y cada día hay más ejemplos de cómo nos anestesiamos, a veces con entretenimiento, con psicofármacos, cuando no con drogas, de todo cuanto sucede. No queremos vivir despiertos, sino adormecidos, y así es imposible conectar con nada profundo de nosotros mismos. Es precisamente esa evasión lo que impide que nos veamos dentro y podamos tener la oportunidad de encontrar la clave de la auténtica felicidad.
Ya sé que felicidad es un estado que no está exento de dolor, pero también es verdad, que el dolor vivido con amor es muy distinto del que se ve acrecentado por la propia mente y la ilusión de que no debemos sentir dolor. El dolor, lo dijo ya Buda y muchos maestros en el mundo, es inevitable, y cuanto más lo quieras evitar, con más fuerza se te presentará, puede ser una mala noticia, o una enfermedad, en fin, hay muchos factores que pueden llevar a una persona a sufrir, y muchas maneras de querer cerrar en falso. Lo que está claro es que nadie en la tierra puede evitar tarde o temprano, sino es que ya desde muy temprano, sentir el dolor. El nacimiento de hecho es un momento de gran dolor, y junto con la muerte, los dos momentos clave empapados de dolor, de nuestra existencia.
La eutanasia ya es lícita en varios países desarrollados. Incluso en una depresión crónica se puede facultar el permiso a la eutanasia. Es tan difícil determinar cuando alguien debe partir, que imposible es determinar si volverá a vivir. No sabemos si alguien es necesario o innecesario. No sabemos por qué existen situaciones tan dolorosas, no nos explicamos porque en el mundo hay tanto dolor, pero te lo diré. Hay dolor porque no queremos asumir que la única manera de amar a veces requiere poder traspasar el umbral del egoísmo de no querer vivir nunca ninguna insatisfacción de ninguna clase. No queremos asumir que a veces podríamos renunciar a ciertas cosas si es necesario por un bien mayor. Nos empeñamos en ser los primeros. El cómo actuamos cada día demuestra que pensamos siempre primero en yo mismo.
Se dice que hay que amarse a uno mismo primero para poder amar, pero a menudo confundimos las palabras, porque no sabemos que es amando a otro como conseguiremos amarnos. Esa es la verdad que muchos no encuentran. Si amas, encontrarás al final de la puerta un gran amor para ti mismo, que te hace diferente a todos, porque la mayoría están en posiciones impostadas de amar y no saber ni qué es eso, ya que muchos nunca han amado de verdad. Y ese es el verdadero cáncer del mundo, el origen del dolor infratierra, del que hable antes. El dolor cuando es por amor, no es el sufrimiento de quienes siendo egoístas se encuentran con el vacío de no haber apreciado su valor autentico y real de quienes son en realidad.
Si quisiéramos dar la libertad en mayúsculas, estaríamos en riesgo, “nos creemos”, de perder su amor, pero si le coaccionas ya sea de un modo claro o subrepticio, lo que harás es obligar, no dejar que el otro ame con libertad, sino que esté a tu lado, en el mejor de los casos infeliz y culpable, porque en el peor, se apartará de ti tarde o temprano, y ejemplos los veo todos los días en un sin números de rupturas de relaciones o de alejamientos, porque nos vemos exigidos, manipulados, en vez de ser simplemente amados de verdad.
Es terrible lo que veo en esta sociedad sumergida en un dolor real que no quieren ver, causado principalmente por el hecho de que nadie o casi nadie se siente realmente amado en mayúsculas. Todos sospechamos que el otro ya ha infringido la regla del amor cuando engaña, mutila nuestro Ser con chantajes cotidianos, o nos empuja a hacer cosas que en el fondo ni deseamos para la persona que nos pide que las hagamos. Si no deseamos mal a nadie, ¿por qué ese otro que quieres te desea el mal de no poder ser libre en mayúsculas?. Ese mal nos conduce al sin sabor de que no podemos ser felices de verdad porque en realidad ni nos aman, ni amamos, que es en definitiva el ingrediente indispensable para realmente disfrutar plenamente de la vida y ser felices.
Queremos buscar la felicidad en tener mayores comodidades, y no vemos que ésta es efímera y a menudo adormece, en vez de adueñarnos de que no somos tan poca cosa, sino que podemos incendiar corazones si realmente amamos, que podemos sembrar la semilla de la felicidad en el mundo viviendo de otra manera. En lugar de amar deseamos que los otros nos den ese amor, pero en realidad tampoco queremos su amor, ya que, si éste es fidedigno, nos diría no me amas. Tristemente, queremos un amor falso, que ofrezca en el peor de los casos adulación y en el mejor una subordinación a mis deseos. Queremos que el otro sea para mí, en vez de ser para el otro. Ese es el error que cometemos. No sabemos amarnos los unos a los otros.
Si quieres vivir más, es además muestra de que quieres que los demás te den y te den, para que tu puedas vivir más. Claro que alargar la vida naturalmente es algo deseable, y cuando alguien cercano nos ama y le correspondemos, el deseo de mantener el vínculo entre ambos es tan grande, que inevitablemente alarga la vida de ambos, y la acorta si uno fallece. Todos sabemos de ejemplos de personas que mueren poco después de que la persona amada y correspondida haya fallecido. No quiero decir que sea así siempre, pero es verdad que alargar la vida sin un propósito loable, más o menos apreciable desde fuera, es algo sin sentido. Cuando existe ese propósito es preciso procurarnos el bien de vivir para darnos a los otros en misión, aunque sea solo la de amar de verdad a una sola persona. Sin embargo, alargar la vida para que los otros me sirvan eternamente como los que promueven el transhumanismo, es solo el claro botón de muestra de que nunca han sido amados, ni nunca jamás amaron a nadie, ni a ellos, ni a nadie.
Ahora bien, si el transhumanismo prodiga la realidad de que no amamos, ¿por qué a su vez no deseamos intentarlo?. Porque no aceptamos los sufrimientos que la vida nos trae para con esos mimbres construir un cesto. Socialmente, quienes dirigen, son las elites económicas que, nos han impostado su verdad de que no se puede sufrir, nos han dicho que no es la vida para sufrir, sino para vivir solo el placer. Y curiosamente ese placer se difumina cada vez más, cada vez más la gente acude a substancias y miles de ideas confusas para generar un placer que ya no pueden mantener, porque son ciegos a la realidad, de que el placer es siempre efímero, tanto como el dolor, pero no lo saben. Se creen que el dolor es permanente, y que la satisfacción de los placeres mundanos se puede extender. Y ninguna de las dos cosas es cierta.
Si amas a alguien y no le dejas libre, no le amas, entonces buscas que su voluntad sea comprada, chantajeada, manipulada, para que haga según tu deseo. Vale, lo consigues. El otro puede ser inconsciente, puede temer perderte, y se subordina, pero en el fondo sabe que ha renunciado a algo genuino propio, entonces genera en sí una rabia inconsciente, con la que también sin querer te dañará. Y tú se la devolverás, y así estamos todos en desamor. Usando a las personas, en vez de a los objetos, y amando a los objetos en vez de solo usarlos. Esa es la contradicción. Queremos algo que no damos, y recibimos justo lo que hemos causado al otro y no entendemos que, para romper el círculo vicioso, hay que crear uno virtuoso, al revés, dando libertad, pero nos duele darla, porque queremos si o si eso, lo que sea, de esa persona, a costa de que no pueda ser libre, y entonces no sabemos renunciar a ese placer efímero, que crees que en realidad es vital, pero no lo es.
Si amar significa Vida, ¿qué hace que la Vida sea tan corta?. Simplemente si la vida es corta es porque no podemos vivirla sin amor. Y te explico, el amor en la tierra es muy diminuto en comparación al amor que se puede experimentar de verdad. No estamos todavía preparados para vivirnos en amor, por eso es que la vida es corta. Solo si realmente un día evolucionamos como especie y amamos mejor, podremos todos disfrutar de vidas más largas y de verdad dignas, en donde disfrutemos de todo lo que nos provee la tierra, que es muchísimo, pero parece que no llega, dicen algunos que, poseen ya más del 95% de la riqueza mundial.
Así estamos, justo son esas personas sin amor, que desean todo para ellas sin entregar más que migajas para garantizar que lo siguen teniendo todo ellos. Esa es la realidad de la tierra. Ya hablaremos de que tan legítima debería ser legalmente la acumulación excesiva de riqueza, quizás el debate que ya se inició en su día de la renta mínima, debería extrapolarse también al debate no solo de la renta máxima, sino a la máxima capacidad de posesión de bienes, porque si un puñado de personas acumulan más del 90% de la riqueza del planeta, estamos viendo, que el problema de escasez lo tienen ellos, que no creen en la abundancia de la tierra, sino en su mente limitada que les impide confiar en que distribuyendo mejor la riqueza seremos todos, ellos y nosotros, más felices.
Si lo que quieres es amar, renuncia a manipular la vida del modo que sea, y acepta lo que te trae. Claro que debes intentar sanarte si enfermas, claro que debes cuidar tu cuerpo para alargar la vida, claro que debes hacer lo posible por compartir tu soledad, y claro que debes intentar amar a pesar de todo lo que suceda, pero hay algo que no se debe hacer y es interrumpir una vida que no sabemos siquiera que forma tomará. La madre de Ludwig van Beethoven sufría tuberculosis y padeció varios episodios de la enfermedad en su vida, y su padre era un alcohólico redomado con problemas serios de lucidez, y ambos vivían en una situación económica apremiante. Cualquier adolescente o mujer de hoy en día en esta situación hubiese pensado seriamente en interrumpir el embarazo, y si lo hubiese hecho no conoceríamos a Beethoveen y la evolución de la música habría sido otra muy distinta a la que ha llegado a nuestros días. ¿Quién sabe qué Ser trae al mundo?. Nadie. Podría ser un genio o no, pero algo sí sabemos, que sin esa persona el mundo, el de sus padres en particular al menos, sería otro distinto. No sabemos si mejor o peor, pero distinto, y eso hace que su paso por la tierra haya tenido un sentido particular, que nadie tiene derecho a borrar, ni su madre, por mucho que se sienta con el derecho de hacerlo.
Hay mujeres, y las conozco de cerca, que abortaron porque su pareja hombre no quería el hijo, porque no era el momento en que venía bien. Lo que puedo decir en estos casos es que no es posible que ni el hombre, ni la mujer, decidan si una vida debe continuar. Nadie debería manipular la vida alegremente. Hay muchas medidas anticonceptivas, y si alguna falla, está claro de que por algún motivo que no podemos comprender, esa vida tenía que venir. ¿Quién puede decidir sobre la vida de nadie?. Parece que la mujer tiene más derecho por ser su cuerpo, ¿de verdad se tiene derecho a cualquier cosa solo porque tienes la suerte de tener un cuerpo y haber nacido?. Quizás no quisiste nacer y estas aquí a pesar de ello, quizás estás feliz de existir, como quiera que sea, se te ha dado una oportunidad para vivir lo mejor, y también lo peor, eso a veces no depende de tantas circunstancias extrañas, sino en desarrollar nuestra capacidad de amar, es así como disfrutaras de lo mejor, o de lo peor si estás en el horror de odiar y no poder contener ese sentimiento.
¿Y qué pasa con los morenos, o con los discapacitados?. Parece que la manipulación de la vida va muy lejos, porque queremos impedir que no nazcan niños perfectos. El paradigma del niño rubio con ojos azules y muy inteligente, quizás no sea tampoco el modelo de la perfección, por mucho que socialmente eso es a lo que aspirarían mucho. Conozco parejas que tienen niños idílicos según esta descripción que no son felices con sus bebes. Y parejas, y muchas, que tienen hijos con síndrome de down, cuyos hijos les han hecho más felices que sus hijos “perfectos”. Medimos la perfección de un modo extraño. En función de unas características socialmente inoculadas a través de los medios de comunicación, y olvidamos que un niño que aprende a amar de verdad, con independencia de todo lo demás, podría ser el mejor hijo que podríamos haber tenido.
Y sin embargo, volvemos al principio de este artículo, pretendemos que éstos ya ni nazcan, que sean abortados si se detectan con la amniocentesis, o peor aún como esta iniciativa legislativa del Reino Unido, que sean sacrificados al nacer. No puedo entender cómo no sufrimos con estas noticias, cómo no entendemos la crueldad y el desamor social que denotan leyes como estas. No queremos sufrir, y si sufrimos pensamos que lo mejor es matar, y no vemos que, si aceptamos esa situación, nos salvará la vida por completo conduciéndonos a una vida plena y feliz. De verdad tenemos que cambiar nuestra manera de ver las cosas o moriremos todos en el intento de querer ser felices, buscando donde no hay nada más que apariencia de satisfacción pero que en el fondo es quimera y nada más.
Estamos en un momento de la historia, quizás no tan distinto, pero sí con herramientas más sofisticadas, en donde unos tienen permiso de vivir para siempre y luchar nuevamente por la inmortalidad a través del transhumanismo, y otros que convivimos con diferentes formas de escaparnos de la vida, algunas ya legisladas. La eutanasia para eludir el trágico paso de la enfermedad. El aborto, para evitar responsabilizarte de una nueva vida si no es el momento que te conviene, o simplemente no quieres. El suicidio como escape aparentemente definitivo a una vida sin amor. Y ¿qué hay de otras formas de no vida que queremos potenciar?. Porque ya no queremos lo natural, luchamos por filtrar en la vida de todos, de maneras sutiles, una tecnología que en realidad nos hace cada día menos humanos, más dependientes, menos solidarios, más individualistas, menos amorosos, y en definitiva más aislados y vacíos. Todo ello sin hablar del deterioro cognitivo, de memoria, de empatía, de capacidad de relaciones sociales, y un sin número de consecuencias que irán llegando poco a poco. No podemos pensar en la Vida si lo que queremos es darle vida a una máquina en vez de a nuestras semillas fecundadas.
Si quieres salir del bucle de la insatisfacción, no es adoptando perros, o alimentando un robot virtualmente, como lo conseguirás. Es amar a las personas que tenemos alrededor. Claro que incluimos a los animales, por supuesto, pero no para dejar de querer personas, sino para hacer más grande el circulo. Si queremos amar, no hace falta ir lejos. ¿Amas a tus padres, hermanos, hijos, amigos, colegas de trabajo?. Si es así, felicidades, estás ya en el grupo de personas con sentido que pueden vivir estados de felicidad. Si no es así, es que en realidad no podrás ser feliz de momento como quisieras. Solo decide qué es lo que quieres ser un día cuando llegue la muerte, si una persona que ha llenado su granero de amor y se siente satisfecha, o alguien apagado, solo, que no quiere morir, y que está buscando la manera o bien de eludir el dolor a través de una muerte temprana, o de alargarla a costa de lo que sea, a costa de tu propia humanidad.
La vida podemos alargarla, acortarla o vivirla
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La vida podemos alargarla, acortarla o vivirla
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- ETIQUETAS: aborto, Amor, eutanasia, inmortalidad, Libertad, sindrome de down, suicidio, transhumanismo, vida
- Autor: María del Pilar Novoa Salvador
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