La vida cambia continuamente y no nos damos cuenta de que si bien avanzamos mucho tecnológicamente, no somos más felices. Al revés de lo que cree mucha gente, las tecnologías están imponiendo obstáculos para vibrar en la frecuencia del Amor, aspecto clave para encontrar la felicidad. Es curioso cómo pretendemos potenciar a la máquina hasta querer humanizarla y en ese mismo grado intentamos deshumanizar al humano, haciéndole vivir de un modo incoherente con su naturaleza. Cada día nos encontramos más dificultades para entrar en contacto con la naturaleza, para comunicarnos más eficazmente, todo ello sin olvidar que estamos perdiendo capacidades cognitivas, de memoria, de concentración, de creatividad, de intuición, de empatía.

No es de extrañar que lo tecnológico degrade lo humano, cuando el sector que lidera los avances tecnológicos sea precisamente el de defensa, un sector que cada día sabe mejor cómo dañar más. Sin embargo, la tecnología es un valor al que no hay que renunciar, simplemente tenemos que contribuir a que esté a nuestro favor y no al revés, sencillamente buscar el modo de que venga a sumar, y para ello desarrollar nuestras capacidades naturales sería lo ideal, de hecho manejamos solo un porcentaje ínfimo de las grandes capacidades que tiene nuestro cerebro.

Si queremos ser felices, no es buscando nuestra felicidad cómo lo conseguiremos. En cuanto hagamos esto, ésta se nos escapa. Sin embargo, buscando la felicidad de otros podemos encontrar la nuestra propia, si en esa entrega hemos amado mejor a la otra persona. Para salir de este bucle, es necesario compartirnos y darnos los unos a lo otros.

El querer ser mejor que otros, o sentirnos inferior a otros, hace que nuestra capacidad de amor y por lo tanto de entrega se vean muy limitadas. Es necesario que de verdad podamos entrar en términos de igualdad con el otro, y salir del ego superior y del ego inferior. Básicamente, no quieras ser feliz, sino amar mejor. Si amas mejor, serás feliz.