No sabemos muy bien cómo podemos amar a otras personas si en realidad no son tan perfectas cómo quisiéramos. Deseamos personas que nos den de todo, que nos hagan sentir amados, que nos cubran un sinfín de necesidades. Y cuando llega el momento de vivir esas situaciones, observamos que esas personas desean exactamente lo mismo de nosotros. Y la cosa no se queda allí, sino que cómo ninguno podemos cumplir esos deseos, comienzan las desavenencias entre las personas, que nos llevan a plantearnos si queremos seguir al lado de alguien que hemos descubierto no es perfecto.
Amar lo perfecto es sencillo, la prueba del algodón es amar lo imperfecto. Queremos ser amados, pero no somos capaces de dar lo que pedimos.

Si amasemos, la imperfección no sería vista del modo que la vemos, sino como un algo ideal. Amar es despojarse de nosotros mismos, de nuestro ego, para ir a la raíz de quien somos en realidad.
No existen grandes imperfecciones, sino simplemente incapacidad de amar. Esa es la verdad de fondo. Si amas, eso que se sale de lo más estándar, como una persona con alguna discapacidad, puede verse como ideal en esa condición. Todo depende de con que ojos mires. Ahora pienso por ejemplo en las personas que no han sido jamás amadas y que sin embargo aman a otras personas. Pensamos, según la psicología, que eso no es posible. Sin embargo, la mayoría de la gente que ama realmente, jamás ha sido amada de la misma manera, y eso sucede porque en realidad nadie ha desarrollado al máximo su capacidad de amar, ni siquiera esas personas que son ejemplo en ese tema.
La imperfección existe en todo lo que rodea y es imposible anularla, porque sería como destruir todo cuanto existe.

Si anulásemos lo imperfecto sería imposible desarrollar nuestra capacidad de amar, no habría nada que aprender de verdad.
Si queremos la perfección lo único que haremos es dañarnos y dañar al otro. En la medida que la acepto, abro el corazón, desarrollo mi capacidad de amar, y consigo que la Vida me regale sus dones, como el agradecimiento, el perdón, la valentía, el cuidado, y muchas otras características que emanan del amor. Solo así conseguiremos salir adelante en un mundo en donde la guerra, la injusticia, el desamor manifestado en sus múltiples expresiones, puede por fin convencerse del sin sentido de no desarrollar la capacidad de amar en nosotros.
La revolución real es la que sucede en nuestro interior cuando el corazón se abre, sino toda imposición externa hará daño de diversas maneras.

El mal no se devuelve o dejaremos de ser personas para convertirnos en títeres del dolor. Contraatacar no es la solución que devolverá la paz.
Para contrarrestar el mal de algunas personas, no es devolverlo al cien por cien cómo conseguiremos que éstas cambien. Es justo lo contrario, es devolverles bien para que reaccionen y se den cuenta de en dónde se encuentran. Para acabar con una guerra no es contraatacando como dejaremos de luchar, sino abriendo el corazón a la verdad de que no podemos matarnos unos a otros. De nada sirve defenderte si para eso debes ejecutar el dolor de matar. La defensa está bien, para huir del fusil, no para coger otro, y matarnos. No digo con esto que no haya que defender a quien es atacado, digo que no es atacando cómo solucionaremos el problema. Es necesario llegar a acuerdos en donde se establezca un estatus quo de reciproco respeto, y para eso hay que dejar de atacar.
Si dañas, te harás daño a ti mismo, y puede que no pierdas la vida, pero tu corazón podría sufrir mortalmente.

Si quieres amar no es devolviendo el mal lo que te conducirá a ello, pero sí puedes hacer algo para que el otro deje de dañar y abra su corazón. Hacerlo requiere, para que sea efectivo, estar liberado de todo interés malicioso.
Ahora piensas que quizás has sido feliz en la Tierra, ¿durante cuanto tiempo?. ¿Has sabido aceptar la incapacidad de amar de quienes te rodean?. ¿Has aprendido tú a amar?. Allí está el meollo de la cuestión, ¿puedo amar a alguien que no me ama?. Si es así, está claro que tu capacidad de amar se abrirá de par en par. El problema es que amar a las personas que nos dañan debe hacerse con cuidado, porque no se trata de que el otro piense que puede seguir dañando sin perder algo por ello. De esta manera, amar es darle al otro también lo mismo que nos da, pero un poco más provisto de la identidad de que lo que haces es para ayudarle a amar y no porque estés herido. Esa es la clave, devolver el mal, pero sin sentirte enfadado, sin estar resentido, sin albergar en ti ni un atisbo de interés malicioso. Solo así podrás devolver el mal, y ayudar. Claro que ese mal puede ser la simple indiferencia, o la defensa de mi dignidad si con ello no mato, o el distanciamiento de esa persona para que aprenda a valorarme, o mensajes difíciles de descifrar en donde la persona por fin puede verse a si misma y así descubrir su error.
Primero has de empezar a amarte mejor a ti mismo, sino todo intento de ayudar antes a otro puede hacerte caer en la trampa de sentirte mejor sin serlo.

No hay mayor triunfo en la vida que aprender a conocerte mejor a ti mismo, eso te ayudará a abrir el corazón y a vivir plenamente.
Lo que hace que una persona pueda triunfar en la vida de verdad, no es tener cosas materiales que no necesita en realidad, sino siendo capaz de conocerse profundamente y solo así llegará a la raíz ultima de que, en nosotros sin saberlo, dentro estaba oculto el amor verdadero, la capacidad de transformar mi vida y la de los que me rodean. No obstante, ahora ya sé que la vida no nos deja hacer eso porque creemos que somos o superiores o inferiores. Siempre algo de eso esta de por medio en las decisiones que tomamos. Y sin querer nos dañamos y dañamos a los demás.
Lo mejor que puedes hacer por otros es primero amarte mejor a ti mismo y para ello es necesario un conocimiento más real de ti.

Cuando seas consciente de cómo no amas de verdad habrás empezado a conocerte mejor, solo así verás de qué modo tu ego te hace errar.
A fin de descubrir nuestra verdad es necesario que nos demos cuenta de los momentos en que amamos peor. Si no lo ves, no has descubierto nada de nada. Si te parece que amas siempre, entonces no te conoces. Si te crees que haces todo bien o todo mal, tampoco. Si te crees que no has servido bien, pero a la vez sí, es que tampoco te conoces. Si crees que hay siempre buena intención en todo lo que haces, es que no has descubierto en ti la raíz de tu imperfección. Si crees que has hecho mucho bien y que no te han pagado como merecías, es que no has reconocido que no ayudas de verdad. Si crees que has llegado a la verdad suprema y niegas tu error es que tampoco te estás conociendo. Si por el contrario te ves mal, pero no te amas, es que no has llegado a experimentar tu verdad. En fin, descubrirnos a nosotros mismos es la clave.
Se trata de amar nuestra propia imperfección para que seas tú y no el otro el motor del cambio.

Nuestro ego nos hace sentirnos a veces inferiores y otras superiores, para salir de allí es necesario saber primero en qué extremo te sitúas y comprenderte.

Si lo que quieres es amar mejor, vacíate de esos deseos de querer a un ego que no comprende casi nada. Has de hablarte con la severidad con la que se habla a un niño pequeño que quieres educar.
No podemos salir de la incomprensión de que no nos amamos ciertamente, hasta que no te abras a la verdad de que dañas al otro y no lo sabes, o de que te dañas a ti y crees que no. La verdad de porque estamos hundidos en el dolor es porque hemos empezado a darnos cuenta de que la vida no puede vivirse sin amor, pero quizás tampoco te has dado cuenta de eso. Así que, si no ves aún todas las cosas que he dicho hasta ahora, es porque aun no te quieres de verdad. Quizás defiendas a tu ego a capa y espada, pero no es el ego lo que has de amar, sino a tu Ser profundo, pero no has llegado a él porque vives en la superficie. Para salir de allí solo debes pensar qué haces cada vez que te despiertas por la mañana, si correr, si relajarte, si huir, si irte y correr, o si por el contrario deseas estar más tiempo contigo mismo. Eso es clave de cómo nos sentimos con nosotros mismos. Nos gusta estar a solas tranquilos y simplemente Ser.
Vamos a dejarnos de pensar que solo vamos a salir de un agujero por nosotros mismos. Es necesario apoyarse en el resto.

Es necesario espacios para la soledad y para convivir con los demás. Al lado del otro se pone a prueba en donde estamos en realidad.
No puedes vivir solo eternamente, como no podemos estar con alguien siempre. Ambas cosas son extremos que nos dañan. Necesitamos espacios de soledad y de comunidad. Y si lo que quieres es entrar profundamente en ti, es necesario que haya ambos, porque sino uno puede equivocarse. A veces hay quienes se van largamente al silencio, pero es preciso volver y enredarnos con todos, y poner a practica esa hondura en la relación con los otros. Es allí en contacto con el resto cómo averiguaremos de verdad en dónde estamos en realidad. Si creemos que estamos peor pues ya sabes que quizás has mejorado. Y si estamos mejor, pues ya sabrás que no has mejorado quizás.
Para saber si he avanzado es necesario observar si no daño a nadie, ni a mí, ni a los demás. Eso es clave. Y aunque no es siempre claro, la hondura de corazón me da claves muy atinadas.

Haz el bien en mayúsculas al otro, acéptalo en toda circunstancia y defecto, y a la vez hazlo por ti también, y podrás así amar mejor.
No dudes de que es el amor lo que todo lo transforma. Y el amor ya lo he dicho otras veces, es desear el bien de esa persona en mayúsculas y procurarlo cuando la situación se presente, es aceptar a ese alguien con todos sus defectos y cualidades, y alegrarte porque sea feliz, es estar a su lado en toda circunstancia sin negarle tu amor sincero. Esto mismo has de hacerlo primero contigo y luego con los demás, pero a veces se hace simultaneo y funciona igual de bien. Si consigues hacérselo a alguien es que te amas más de lo que crees, y si no se lo haces es que no te quieres tanto como pensabas.
La imperfección es la necesidad que tenemos de poder encontrar que la perfección se encuentra allí dentro, solo hay que dejarla que emerja.

Estás en un proceso de evolucionar más allá de tus limites para amar mejor. No lo sabes, pero todo actúa a favor de eso.
